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DEFINICION, CRITERIOS CLAVES Y DISCUSION.



Definición 



Por funcionamiento inmaduro de la personalidad (1) entendemos el de un joven que no ha podido hacer madurar sus pulsiones ni organizar su gestión con la misma rapidez y la misma calidad que la media de la población de su edad : en gran medida, sigue estando habitado por fuerzas pulsionales y necesidades de satisfacción inmediata típicas de quienes son más jóvenes que él, las cuales se expresan con intensidad, sobre todo en las situaciones de frustración y de tentación.
Sin embargo, su sentido de la realidad no está significativamente alterado; tiene asimismo deseos de socialización y valores positivos, pero la expresión de su comportamiento queda repetitivamente obstaculizada por los torrentes de exigencia pulsional que lo atraviesan.



Criterios claves 



   Presencia de pulsiones numerosas, apremiantes y de las que algunas siguen siendo arcaicas. Una parte minoritaria del tiempo se expresan de manera irresistible; la mayoría de las veces, el joven « cede » a ellas ( semáforo en verde con una fase muy breve de su libertad interior para transformar estas pulsiones en deseos )

   Expresiones comportamentales frecuentes de estas pulsiones y deseos de una forma directa e intensa, poco elaborada por la inteligencia, en especial con motivo de situaciones de frustración y tentación. Capacidad de autocontrol poco elevada.

   Corolariamente, poca capacidad de « pensar con detenimiento » el acto que se va a realizar ( planificarlo; evaluar mentalmente las consecuencias y adaptarse a ellas, etc.); lo mismo sucede con la capacidad de mantener un esfuerzo de alto coste en energía física y/o mental para alcanzar un resultado.

   Al principio, presencia de base de una buena voluntad ( aparte de los estímulos de tentación/seducción ) : deseo de vida social y, de manera inversa, sentimiento de angustia, culpabilidad y depresión con motivo de las transgresiones.

Es importante tener en cuenta sobre todo el sentimiento de angustia : está presente de forma primaria (« temperamento imaginativo del joven ») y de manera reaccional después de los primeros enfrentamientos con el entorno y como anticipación del peligro que se sigue de ellos. Sin embargo, no conduce a la inhibición, sino más bien a la negación, a la huida hacia la agitación y la agresividad reaccional.

   Es frecuente que los otros sentimientos penosos también se repriman con el tiempo, que el joven descifre cada vez más las reacciones del prójimo como injustas persecuciones y que encuentre ahí otro motivo para seleccionar y amplificar pulsiones y deseos agresivos reaccionales.



Discusión 



Para designar a los jóvenes de esta categoría, hemos elegido el término simple y general de inmadurez : en efecto, ésta se puede constatar de manera inequívoca y connota a menudo una disarmonía en la evolución de los diferentes componentes de la vida psíquica : inmadurez de la vida afectiva y relacional; inmadurez de las pulsiones y los deseos; inmadurez de las funciones de adaptación ( el « yo débil » para los psicoanalistas o la inmadurez de las funciones ejecutivas para los neuropsicólogos ); la cantidad y la calidad de las informaciones registradas por el sistema cognitivo también dejan mucho que desear, al igual que los procesos de las propias funciones cognitivas.

En el sentido amplio del término, esta inmadurez persistente es, en buena medida, el fruto de una incapacidad : particularidades desfavorables del equipamiento del joven, así como condiciones del entorno poco estimulantes han frenado, incluso impedido, el buen crecimiento de muchas de sus lunciones.

Sin embargo, esta constatación no hace del joven una mera víctima del destino : el coche que conduce es un viejo modelo, propenso a los sobresaltos, pero sin embargo, en muchas ocasiones, tiene cierto control sobre él desde su puesto de conductor.

De entrada o a la larga, a veces quienes trabajan sobre el terreno designan a estos jóvenes como caracteriales. No obstante, el término forma parte más del vocabulario popular que del lenguaje cientifico, y es mejor así. En efecto, « caracterial » remite poderosamente al poner etiquetas : jóvenes con los que es difícil vivir, inestables, agresivos ( como son, en efecto, los inmaduros de esta rúbrica ); pero también : insoportables, « jóvenes basura », jóvenes peligrosos a los que más vale no frecuentar, etc. Al dar fe de esta apelación no hacemos más que confirmar demasiado un reflejo de rechazo que es poco aceptable.

M. Lemay ( 1973 ) también atribuye a los inmaduros una personalidad ofensiva. Podría decirse también que son disociales ( experimentan dificultades para funcionar socialmente, incluso cuando quieren hacerlo ), en comparación con la actitud antisocial de los que tienen un funcionamiento psicopático y con la actitud a-social de los jóvenes que se sitúan en la perversidad y la delincuencia esencial ( para éstos no hay sociedad humana : el otro no existe a sus ojos ).



LOS FACTORES EXTERNOS, PIEND Y MECANISMOS INTRAPSIQUICOS


Los factores

 

En primer lugar, enumeramos algunas actitudes (2) desfavorables por parte de los adultos que interactúan con el joven y que son susceptibles de provocar, alimentar o exacerbar su inmadurez.

De entrada, hablaremos de actitudes cronológicamente primarias, es decir, de las que son susceptibles de contribuir a generar la inmadurez.

   Puede ocurrir que algunos jóvenes reciban amor y cuidados materiales, pero que el proyecto educativo con respecto a ellos no haya ido más lejos o que sólo se haya aplicado de manera irregular y/o con graves contradicciones. Por ejemplo :

   - no hay un « baño de palabras » coherentes que le expliquen al joven : la vida, él mismo, su historia y la de su familia, su cultura; a su alrededor hay un profundo silencio o una expresión muy operatoria del pensamiento; peor aún, en este contexto general de carencia de palabras se le proponen algunas interpretaciones contradictorias en relación con los temas importantes de la vida, o incluso se lo confronta a prohibiciones de saber más o menos violentas, a mentiras y secretos. La utilización de las palabras aparece, pues, como algo peligroso y/o difícil de asimilar : entonces, es mejor prescindir de ellas y no hablar ( mucho ), no construirse un bagaje verbal de referencia ni hacer introspección.

   - los estimulos para su inteligencia y curiosidad también son escasos y contradictorios.

   - lo mismo sucede con las sugerencias que se le hacen en relación con el esfuerzo, la producción por medio del trabajo y la adhesión a unos valores : nada tiene realmente continuidad ni coherencia;

   - la contención de sus desbordamientos y las sanciones a éstos son efecto del mismo ambiente : los objetivos y las reglas de vida que se le proponen o imponen son inestables, así como los comentarios, recompensas y castigos imprevisibles con los que se responde a su obediencia o sus transgresiones; ciertamente, no es el buen sentido ni la referencia a una reglas terciarias lo que dicta lo que es importante, sino más bien las emociones del momento;

   - los adultos no se ponen de acuerdo para promover las mismas reglas y objetivos, e incluso se descalifican mutuamente.

   - en el propio interior de las consignas educativas hay muchos gritos, tumulto y violencia. Sin embargo, no es una violencia eficaz : siempre hay « agujeros » a través de los cuales puede deslizarse el poder del joven : un determinado adulto no mantiene las amenazas que profiere, ni siquiera el castigo que él mismo ha decretado; otro descalifica lo que el primero ha ordenado : así pues, a menudo el más astuto consigue sus fines, pero no sin riesgos ni culpabilidad.

Las circunstancias y motivaciones que llevan a que el entorno del joven sea poco eficaz también son diversas : falta de disponibilidad y/o cansancio para invertir en la educación; inseguridad y pérdida de puntos de referencia experimentadas por los adultos; negligencia; dimisión dictada por el miedo o la necesidad de mantener un vínculo fusional con el joven; principios laxos de la generación del Mayo del '68, etc.
   Algunas actitudes espontáneas de los adultos constituyen una prolongación lógica de las actitudes educativas que acabamos de describir.

Estos adultos mismos dialogan poco, hacen pocos esfuerzos coherentes y se disciplinan poco. Su ambiente de vida está marcado por el tumulto, la impulsividad y el dejarse llevar, así como por la ausencia de previsibilidad y de planificación, y por una tendencia a satisfacer directamente las necesidades y las pulsiones. Incluso los vínculos humanos se ven afectados, pues se hacen y deshacen de manera muy inestable sin tener siempre en cuenta los imperativos de la buena convivencia.

Por otro lado, los padres son depresivos, sin esperanza ni proyecto : hay más estabilidad alrededor del joven, pero muy poca vida.

   Cualquier familia, cualquier grupo humano puede presentar las características que acabamos de enumerar; sin embargo, las encontramos con mayor frecuencia y con más intensidad en algunos subgrupos : « familias » rotas, inestables, en las que las idas y venidas y las reubicaciones de los niños son numerosas; familias en las que el struggle for life es fuerte; familias que no educan verdaderamente al niño o en las que se deja hacer a éste a su aire ( veremos en los capítulos 13 y 15 que estos niños se orientan, al menos con bastante frecuencia, hacia la delincuencia o la perversidad ). Puede argumentarse del mismo modo en relación con los niños de la calle o los que viven más a menudo en la calle.

   Hasta cierto punto, las actitudes sociales generales, también las espontáneas o con fines educativos, forman parte del mismo ambiente  : reina cierto debilitamiento de la función paternal y una morosidad depresiva poco aptas para estimular a los jóvenes, para indicarles unos puntos de referencia y para contener con eficacia sus desbordamientos.



A continuación nos ocuparemos de las actitudes cronológicamente secundarias.



   Como respuesta a la inmadurez que constatan y a los inconvenientes que comporta, los adultos tienen unas reacciones que mantienen el problema o que incluso lo agravan.

   - El comportamiento poco controlado, con frecuencia agresivo y poco capaz de esfuerzo del joven inmaduro le acarrea muchos problemas con los otros. Sobre todo es el caso con los entornos sociales muy estructurados, como la escuela. En su camino encuentra cada vez más descalificaciones, una mayor escalada de autoridad y/o de castigos. Estas reacciones engendran sentimientos penosos y unas protestas de las que enseguida hablaremos.

   - Más raramente, el joven encuentra una dimisión progresiva porque se tiene miedo de él y/o porque ya nadie se implica en relación con él; también esta actitud provoca sentimientos penosos ( alteración de la imagen del yo ) con consecuencias peligrosas.

   Los « refuerzos » de la manera de ser del joven sólo afectan a los adultos :

   - El joven puede experimentar poco a poco placer al vivir su violencia y constatar que ésta tiene cierta eficacia; entonces aprende a reproducirla para conseguir las satisfacciones que le apona;

   - El joven inmaduro, que no deja de tener deseos de contactos sociales, frecuenta de manera preferente unos grupos de tipo nebutoso o neargroups que constituyen vínculos propicios a las transgresiones poco organizadas.
Neargroup es definido por L. Yablonski ( 1962 ) como un grupo, a menudo masculino unisex, que surge con frecuencia en zonas económicamente débiles, incluso pobres, o que agrupan a una misma etnia minoritaria; es un grupo bastante grande ( diez, veinte miembros ), pero inestable en su composición. El neargroup se caracteriza por la pasividad, la ociosidad, el vacio o la versatilidad de los proyectos; tiene necesidad de satisfacciones inmediatas y se ve invadido de vez en cuando por una explosión de rabia, en el momento de los enfrentamientos màs injustos con los adultos. Cuando no da vueltas sobre sí mismo, se da unos objetivos que a veces son vagamente recreativos (« dar vueltas por ahí ») pero que, por desgracia, connotan unas transgresiones más impulsivas y vinculadas a las circunstancias inmediatas que a las programadas con detenimiento por la « inteligencia colectiva » del grupo; salvo en caso de accidente, no son intencionadamente muy destructivas : vengarse de los perseguidores, afirmarse y/o expresar su rabia a través de la violencia física o el vandalismo si es necesario; hacerse con bienes de los que se sienten excluidos; entregarse a placeres marginales ( alcohol, drogas, ...).



Los PIEND ( factores psicicos endogenos)



Probablemente, en muchos de estos jóvenes hay predisposiciones constitucionales desfavorables. Entre éstas, a menudo destacan :

   - una inteligencia normal débil, lo que hace difícil la introspección y la representación mental antes de la acción, la planificaclón y la evaluación anticipadas. También hay dificultades neuropsicológicas del tipo : débil capacidad de atención; dificultad del lenguaje receptivo y expresivo, etc. ( véase el concepto de disarmonia cognitiva según D. Marcelli y A. Braconnier, [ 1995, pp. 316-317 ]);

   - un equipamiento de pulsión agresiva elevada;

   - una inmadurez psicomotriz; la torpeza y/o el nerviosismo pueden llegar en algunos hasta una franca hiperkinesia. (3)

Algunos mecanismos intrapsíquicos propicios a las transgresiones 

« En el limite entre lo físico y lo psicológico » del joven, mil pulsiones se entremezclan, se enredan y « exigen » de forma más bien imperativa que se desahoguen.

Estas pulsiones son de naturaleza diversa, pues el joven no ha podido hacer madurar las exigencias de aquellas que son más arcaicas entre ellas : satisfacerse oralmente, poseer, tiranizar y eliminar al otro son tan interesantes para él como el amor a la manera edípica : para retomar la famosa metáfora de Freud, el joven ha dejado muchos soldados en muchas fortalezas a lo largo del camino de su vida; y estas guarniciones están nerviosas y son propensas a saltar en salidas intempestivas.

Estas pulsiones viven y se agitan en el joven en estado bruto : a falta de identificaciones o de indicaciones educativas coherentes, hay muy pocas que se hayan transformado en sublimaciones; tampoco disponen de un programa mental eficaz gracias al cual podrían expresarse por vías aceptables : el joven apenas puede realizarlas según el « principio de realidad ». Así pues, cuando estas pulsiones se excitan o se exacerban en su interior, el joven no conoce ninguna otra salida que no sea realizarlas sobre la marcha, teniendo el tiempo justo de reconocer cierto número como verdaderamente suyas y de querer que sean exitosas, es decir, de transformarlas en deseos.



Asimismo, el mundo intrapsíquico del joven està habitado, y a veces invadido, por sentimientos penosos, inestables y enmarañados (4) :



   - sentimiento de insatisfacción, de frustración : sus pulsiones querrían que lo tuviera todo; así pues, cuando renuncia interiormente a obedecerlas o cuando está obligado desde el exterior, soporta muy mal lo que le falta;

   - sentimiento recurrente de angustia; eventualmente, angustias cronológicamente primarias; de forma sistemática, angustias y recuerdo de todas las tonterías y transgresiones que se han producido : entonces el joven anticipa lo que podría ser la venganza de los adultos;

   - sentimiento depresivo : el joven registra numerosas descalificaciones que provienen del prójimo ... o de su conciencia reflexiva : su imagen de sí mismo se vuelve negativa; corolariamente, tiene miedo de dejar de ser querido ... y/o ¡deja de quererse a sí mismo!

   - sentimiento de culpabilidad en relación con las tonterías y las transgresiones ya cometidas o que se encuentran a punto de repetirse, y cuya dimensión mala se amplifica a veces por él mismo y/o por los otros de manera indebida : confusiones frecuentes acerca de lo que es bueno o malo;

   - sentimiento de persecución : el joven es extremadamente sensible a la mala voluntad y la agresividad de los otros; la registra y la rumía ( ideas de injusticia y de venganza ); sin embargo, a veces da sin ningún motivo un significado agresivo a lo que no lo tiene y/o amplifica en negativo las intenciones de los demás.

Por desgracia, no es frecuente que estos sentimientos penosos estimulen al joven a dirigir mejor sus pulsiones y deseos, y/o a encontrar unas vías de realización socialmente aceptables; la mayoría de las veces comportan las siguientes recomposiciones :

   - represión de las ideas penosas, raramente con éxito : por lo regular, éstas vuelven al psiquismo consciente, eventualmente deformadas y agravadas, y después son de nuevo expulsadas de algún modo ( juego de « yo-yo »);

   - selección de diversas conductas destinadas a eliminar la causa externa o a anestesiar al joven. La exacerbación de la agresividad ocupa un lugar central;

   - legitimación de estos comportamientos : pensamientos de autojustificación ( bastante rudimentarios ) que sitúan al otro como único responsable de lo que sucede y como intencionalmente malévolo.

Aún cuando las actitudes externas a las que el joven se ve confrontado no constituyan unos modelos fuertes y coherentes, él les extrae algunas ideas positivas. Otras de estas ideas proceden de él mismo, es decir, de la capacidad inherente a todo ser humano de crear un pensamiento autónomo. El resultado es la instalación de un sistema de valores, de un ideal del yo, una programación de comportamientos socialmente adaptados ... entendiendo que ninguna de estas instancias es ni muy poderosa ni muy permanente. No impide que estén presentes con unos contenidos muy sociales, a diferencia de lo que veremos en otros tipos de funcionamiento ( delincuente, por ejemplo ). Y, de este modo, cuando el joven inmaduro hace - con mucha frecuencia - lo contrario de lo que estas ideas le indican, sólo consigue ser más desgraciado :



   ¿Qué sucede con el discernimiento y la libertad interior?



   Aunque los jóvenes inmaduros dejan crecer en su interior ideas excesivas de persecución, sin embargo no han perdido los componentes del discernimiento esenciales para fundar una transgresión : discernimiento sobre lo permitido y lo prohibido, así como sobre las consecuencias destructivas o no de sus proyectos.

   En cuanto al ejercicio de su libertad interior, la cuestión es mi compleja :

   - en situaciones bastante infrecuentes, se tiene la íntima convicción de que el joven se ha visto desbordado por un impulso irresistible que conduce a un acto repentino, breve y brutal : golpear ( hasta matar de manera muy violenta ), romper, apoderarse de alguna cosa, etc. : nos encontramos por tanto con una pseudo- transgresión momentánea;

   - es más frecuente que el joven esté en condiciones de resistir sus pulsiones, incluso aunque viva tensiones internas excitantes o desagradables : el esfuerzo que hay que hacer para decir « No » cuesta energía, pero en realidad no es imposible. Si no lo hace pasa, a veces durante un período de tiempo muy breve, de la etapa « pulsión » a la etapa « deseo » (« Soy yo quien acepta dejarse llevar por lo que me indica mi pulsión, para que se vaya y/o para las satisfacciones que adivino al final »). A continuación viene la etapa « proyecto »> a veces muy breve también, a veces casi chocando con la precedente, y después la etapa « realizaciôn ».

 


DESCRIPCION CLINICA

 


El funcionamiento general típico del joven inmaduro 



   Su comportamiento cotidiano se basa más en actuaciones imputivas que en la programación reflexiva y/o en el intercambio verbal.

¿Impulsivas? Estas actuaciones, numerosas y dispersas, tienden a liquidar con rapidez unas tensiones interiores de orden diverso : unas son bastante básicas y aparentemente el joven las siente como « gratuitas » ( necesidad permanente de excitación y de movimiento; eflorescencia de numerosas pulsiones ); hay otras que son fruto de fuentes externas de tentaciones placenteras o, al contrario, de frustraciones, descalificaciones o agresiones.

Al soportar estas tensiones, el joven apenas reflexiona; « se abalanza » en vez de evaluar mentalmente y con anticipación las consecuencias de su acto. El propio desarrollo está poco cuidado; el acto es « expedido » o incluso se deja inacabado : el joven no mantiene durante mucho tiempo su esfuerzo, se deja distraer con facilidad por otras novedades, cambia de opinión ... A menudo sus actos se califican como : repentinos, abruptos, intensos ... irreflexivos, impulsivos ... cambiantes, caóticos, inestables.

Sin embargo, no se trata de la inestabilidad psicomotriz de los niños y los adolescentes especificamente hipercinéticos ( AD/HD del DSMIV ) (5). Estos últimos se caracterizan por un nerviosismo, una necesidad de cambiar de sitio, una distractibilidad que hace que no se queden en ningún sitio. La inestabilidad de los inmaduros es permanente, pero a ritmo más lento : después de treinta minutos abandonan una acción empezada y efectuada hasta entonces con cierta concentración. La acción les parece demasiado austera, demasiado larga y/o una nueva presión afectiva los requiere en otra parte.

Como corolario a estas actuaciones incesantes están los contratos y las promesas que no se mantienen, la inestabilidad de muchos vínculos, el absentismo escolar y, más tarde, la inestahilidad profesional, la de los lugares de residencia e incluso, entre los más mayores, el vagabundeo puro y simple hasta llegar a encontrarse sin domicilio fijo.

En el peor de los casos, la vida del joven se parece a un caos, tejido con mil rupturas, citas fallidas y ausencias no motivadas : la próxima vez promete que será la buena, hace algunos esfuerzos para estabilizarse y después se deja seducir por otra posibilidad de placer más tentadora, o deja que su rebelión aumente ante alguna frustración en la situación en curso.

   Hay otro criterio, incluido en parte en el precedente : la vida cotidiana del joven se desborda de actos de satisfacción inmediata de pulsiones y deseos muy variados, transgresivos o no transgresivos, arcaicos o más evolucionados.

Así pues, en muchos de ellos sigue siendo importante satisfacer pulsiones y deseos orales : en el terreno de la alimentación, de la bebida, el tabaco y las drogas; exigiendo de forma tiránica a los padres, en algunos momentos, ser tratados y queridos como bebés y, por tanto, recibir mil pruebas materiales; conservando algunas distracciones y ritos muy pueriles, etc.

La realización de pulsiones y deseos vinculados a la fase anal sigue siendo muy importante : enorme necesidad de tener cosas, de manipularlas y de disecarlas a su modo; necesidad de dominar, sobre todo físicamente; necesidad de ser libre.

Las experiencias y el placer sexuales stricto sensu también pueden estar implicadas; la sexualidad y la agresividad están muy intrincadas, el deseo de dirigir a quien se ama es muy fuerte, llegando hasta la tiranía.

En determinados momentos, estas pulsiones y deseos se exacerban en ausencia del objeto externo por el simple trabajo intrapsíquico que anticipa su presencia. En otros, es la percepción directa de un objeto codiciado lo que estimula el deseo. Cuando es tentado de este modo, el joven inmaduro raramente se resiste. Más bien lo que hace es elegir, y con rapidez :

   - ya sea exigir poseer, de manera apremiante y siempre más. Si se le resiste, insiste ruidosamente, regatea, (6) « da la lata ». Si hay algo parecido a una negociación y, por ejemplo, él promete alguna cosa a cambio, es raro que mantenga su palabra : sólo está interesado en su objetivo primero. Si se continúa resistiendo, es raro que renuncie : puede montar en cólera, destruirlo todo o extender un pseudópodo del lado de la delincuencia y espabilarse más sutilmente para conseguir el objeto de otro modo;

   - ya sea coger de repente el objeto, sin demasiadas precauciones, jugando más con su fuerza física que con la astucia. Por ejemplo : violencia ocasional para con iguales para apoderarse de sus bienes; (7) robos impulsivos, eventualmente con riesgo, para el disfrute inmediato del objeto codiciado ( robos directos de bienes de consumo más que estafas ); pasajes al acto de sexualidad precoz, con parejas que consienten o no ( por ejemplo, participación en una violación colectiva ); consumo de substancias excitantes : alcohol, productos volátiles, marihuana ...; gambling recurso a los juegos de las máquinas tragaperras, en donde el joven vive a solas la sensación excitante - y repetitiva - de que quizás domina a la máquina y que ésta va a escupir todo lo que tiene en su interior.

   Hay también el equipamiento y el rendimiento débil y/o irregular de las funciones cognitivas y neuropsicológicas. Por ejemplo :

   - QI normal bajo : problemas instrumentales frecuentes ( véase el concepto de disarmonfa cognitiva de D. Marcelli y A. Braconnier [ 1995, p. 316-317 ] );

   - calidad intelectual general pobre para gestionar los problemas de la vida cotidiana : poca creatividad y escaso razonamiento y capacidad para planificar;

   - poca capacidad introspectiva; lo mismo sucede con la capacidad para percibir con agudeza lo real externo ( por ejemplo, las intenciones del otro );

   - poca vida de fantasia espontánea o a demanda.

La fuerte presión interna de las pulsiones y los deseos, junto a esta debilidad cognitiva difusa, explica que los jóvenes inmaduros vivan más bajo el predominio del principio de placer que bajo el principio de realidad : son poco capaces de hacer síntesis mentales que tengan en cuenta su mundo interior y las exigencias de la realidad exterior, así como de programar comportamientos que sean compromisos aceptables. He aquí algunos ejemplos.

   - En el espacio, a menudo son desordenados : « asuntos suyos » que llevan consigo, que pierden, cuyo cuidado olvidan. Estas negligencias son más fuertes todavía a propósito de cosas con las que no se sienten implicados, como su material escolar. Su habitación desespera a su madre. A veces descuidan incluso su indumentaria.

   - En el tiempo, son poco capaces de tener objetivos a largo plazo que necesitarían esfuerzos de larga duración, bien programados, sin placeres tangibles intermedios; abandonan pronto la partida para entregarse a « diversione s» más placenteras.

Su tiempo se desglosa, pues, de manera espontánea, en una sucesión anárquica de actividades fáciles, placenteras, que requieren pocos esfuerzos ( por ejemplo : mirar la teievisión, jugar a los videojuegos; empezar una partida de fútbol ...). Estas actividades están entrecortadas con largos momentos de pasividad y aburrimiento.

   Ya hemos mencionado los sentimientos más penosos susceptibles también de atropellarse entre las representaciones mentales y los afectos experimentados por el joven inmaduro : sentimientos de insatisfacción y de frustración, de angustia, de depresión, de culpabilidad y/o de persecución. Cuando estos sentimientos están presentes, el joven intenta reaccionar reprimiendo los contenidos idéicos, pero sin lograr un verdadero éxito.

Entonces selecciona conductas agresivas que aseguran y reafirman su fuerza y su invulnerabiiidad ( por ejemplo, roba un coche y se estrella con él; elimina al que lo humilla ), u otras que lo aturden ( bebida, juegos ). Más raramente pueden ser conductas de autodestrucción que también son portadoras de un mensaje agresivo hacia otro ( por ejemplo, intento de suicidio ).

   A menudo, al principio de su itinerario, el joven inmaduro tiene buena voluntad y manifiesta deseos de socialización junto a todos los demás.

Después de las primeras transgresiones, en virtud de esta buena voluntad básica, hay otra reacción - más rara - a los sentimientos penosos que acabamos de mencionar, y es la de cuestionarse y desear funcionar de manera más sociable en el futuro. Estas promesas de « no hacer más porquerías » son sinceras y van seguidas de algunos esfuerzos; sin embargo, tienen lugar nuevos fracasos y descalificaciones, y el joven termina por reprimir paulatinamente estas invitaciones internas para mejorar y convertirse en cada vez más proyectivo en su visión del mundo (« es culpa vuestra si las cosas no van bien »), y agresivo en sus conductas.

   Como sintesis de todo lo anterior, algunas palabras sobre la vida relacional del joven inmaduro.

   - Con sus padres, no es extraño que existan muchos enfrentamientos y relaciones de fuerza. A medida que se hace mayor, no es raro que los padres estén cada vez más hartos de su conducta y lo sientan como un peso molesto ante el cual dimiten ( por fatiga ) o del que intentan desembarazarse.
Sobre todo durante los primeros tiempos de la infancia, el joven puede sentirse muy atemorizado por uno de sus progenitores, (8) al cual se somete.
Por otro lado, y de manera más profunda, a menudo este joven está muy apegado a uno de los padres ( dependencia secreta, como un bebé prolongado; inseguridad no confesada cuando éste está ausente; algunos impulsos edípicos por afiadidura ); paradójicamente, para defenderse de estos sentimientos positivos y en virtud de sus deseos de poder, se pone a tiranizar a esta madre o este padre a medida que se hace mayor : enfrentamientos numerosos; progenitor que « tiene que hacerlo todo en su lugar »; alternancias incesantes de disputas-reconciliaciones. En estos casos, a menudo el otro progenitor está ausente del hogar o moralmente es inexistente.

   - Relaciones sociales generales : los jóvenes inmaduros pueden desear vínculos sociales auténticos y empezar a trabarlos con facilidad ( extravertidos, no inhibidos ). Al principio, pueden mostrar empatía y solicitud para con los otros. Sin embargo pronto se convierten en exigentes, ávidos de poseer y de dominar, o simplemente son difíciles de soportar porque son ruidosos. Así pues, las frustraciones se acumulan y se van a otra parte, al final de una ruptura más o menos violenta con su amigo o su pareja sentimental.
Finalmente, no se arriesgan más que de tanto en tanto a un « acercamiento afectivo » significativo y se refugian la mayor parte del tiempo en el anonimato de los neargroups ( véase p. 266 ).

   - Relaciones en la escuela : en el plano de los aprendizajes : numerosos fracasos y cosas por acaban. En el plano de las relaciones con los adultos : los enfrentamientos, las rupturas escolares, el nomadismo y el absentismo son moneda corriente.



Recapitalación de las principales transgresiones

 

La vida del joven inmaduro está llena de transgresiones menores; además, la intensidad, ya sea de los deseos, ya sea de los sentimientos penosos lo conduce también a entregarse a cierto número de transgresiones mayores ( por ejemplo, una violación, vandalismo, agresión física pronunciada ). Sin embargo, nos parece que interiormente todavía está frenado por los grados últimos del tabú del asesinato. No hay que olvidar que a veces está desbordado por sus pulsiones y que puede cometer, por tanto, pseudo-transgresiones, eventualmente gravísimas.

Por otro lado, gracias a las dimensiones sociales de su ser también es capaz de transgresiones positivas, al menos al inicio de su camino, antes de dejarse llevar por un sentimiento de persecución demasiado acusado.
Muchas de sus transgresiones aparecen como impulsivas, repentinas y violentas, nada o poco disimuladas. Su agresividad reaccional ocupa un lugar preponderante :

   - mal humor e irritabilidad fácil; gritos, insultos y cólera; portazos ...;

   - violencia física hacia las personas; destrucción de cosas, de repente, sin cuartel ( muebles rotos; aparatos que « vuelan por los aires »);

   - desafíos a la autoridad; desobediencias exhibidas o no; negativa a participar en las tareas duras de la vida común porque estropean su placer; tozudez.

A continuación vienen las realizaciones transgresivas que surgen de las pulsiones y los deseos : los robos impulsivos son su manifestación más frecuente.

A menudo se cometen también dos transgresiones estatutarias típicas : el absentismo escolar y la fuga; (9) esta úlltima no es preparada y su duración es bastante breve ( algunas horas, ... dos-tres días ... dos semanas a lo sumo : el joven regresa cuando le falta el afecto de sus allegados y le resulta demasiado incómodo estar fuera ).



La evolución a largo plazo 



La evolución más frecuente sigue siendo el mantenimiento del statu quo : el joven inmaduro se convierte en un adulto impulsivo que actúa más que piensa, eventualmente violento, inestabie en sus vínculos y compromisos.
Una minoría, que ha encontrado acogida y paciencia en su camino, termina por normalizarse. Para otra minoría, el deterioro es más profundo y siempre de larga duración :

   - ya sea hacia una marginalización cada vez mayor : asistidos por los servicios públicos de ayuda social, si no ciaramente sin domicilio fijo; pasivos, viviendo a salto de mata y de la pequeña delincuencia; se convierten claramente en dependientes del alcohol o de otras drogas ...;

   - ya sea en una dirección más claramente antisocial ( personalidad antisocial del DSMIV ) : si su odio hacia la sociedad crece y son lo bastante inteligentes para no dejarse coger y elaborar estrategias, se vuelven menos inmaduros y adquieren un funcionamiento más psicopático, de delincuencia esencial o combinando estas dos dimensiones.

 

EL ACOMPANAMIENTO DEL JOVEN Y DE SUS SISTEMAS DE VIDA



No describiremos aquí los componentes del acompañamiento que, por importantes que sean, no presentan especificidades con respecto a las descripciones generales hechas en la segunda parte. Por ejemplo, no hablaremos más de la remediación cognitiva, de la medicación o del trabajo con la familia.

 

Un estado de ánimo 



Recordemos que hay un desfase entre la edad biológica del joven inmaduro y sus deseos y capacidades adaptativas del momento : acompañarlo requiere, pues, mucha tolerancia y paciencia : este joven es capaz de cambiar, pero de manera lenta; la esperanza en un futuro intelectualmente más rico y más sociable es realista si el aduito que camina a su lado se implica, cree en él y se muestra perseverante : el adulto puede vivir esta esperanza por su propia cuenta y hacérsela saber.

Corresponde también al adulto evitar algunas trampas como : la dimisión o la escalada autoritaria progresiva cuando él se siente utilizado por los comportamientos disociales del joven : no ponerle siempre la etiqueta de ser una « calamidad » o « un juguete permanente de sus pulsiones ».

El joven inmaduro tiene el arte de irritar a sus interlocutores y sus educadores por sus desbordamientos violentos y su lado de bocazas. A flor de piel, se ve en él unas amenazas graves y permanentes, que dan lugar a tantos eslóganes de seguridad más o menos recuperados políticamente ( ¡la ascensión como una flecha de la violencia de los jóvenes! ). El joven inmaduro aparece como el « mal objeto que hay que someter » (10),  y nos olvidamos que puede ser de buena voluntad y más débil que malvado cuando se trata de resistir la llamada de las pulsiones. El arte de la seducción le es extraño, arte en el cual se han hecho maestros jóvenes mucho más mentirosos y destructores, como por ejemplo los delincuentes esenciales. Por tanto, es importante recordar que bajo su apariencia de erizo el inmaduro espera la acogida y el aliento de la comunidad.



Las sanciones

 

El acto que termina en una destrucción debe ser cuidadosamente evaluado : ¿se trata de una pseudo-transgresión, de una transgresión o de la sucesión de ambas en la misma unidad temporal?

Las tres eventualidades pueden coexistir con una mayoría de transgresiones, sobrentendiendo que, incluso cuando se trata de estas últimas, el joven siente unas tensiones internas a las que no le resulta fácil resistir.

Sobre esta base, podemos distinguir de manera esquemática dos opciones descriptivas de la política de las sanciones, según se trate de unas u otras. A la creatividad del lector le corresponde determinar si debe remitirse de manera clara a una de ellas o apuntar más hacia su integración.



La sanción de las transgresiones 



La idea central es situar con claridad la frontera entre la tolerancia y la abstención, por un lado, y la sanción activa por otro : puesto que « dominarse » es un objetivo difícil y costoso en energía para el joven, éste no quiere aceptarlo cada vez. Si se interviniera de manera continuada para reconducir al joven al orden, muy pronto se exacerbaría el sentimiento de persecución y la motivación inversa en dirección al enfrentamiento.

Por tanto, al principio hay que poder cerrar los ojos ante las transgresiones menores, incluso ante algunas mayores poco destructivas y hacer recaer las sanciones sobre lo que es verdaderamente inaceptable. Después, a medida que la personalidad del joven se refuerce, podemos mostrarnos cada vez más sistemáticamente exigentes acerca de un número creciente de transgresiones mayores.

Cuando se opta por la sanción activa, se puede empezar por recordarle al joven la Ley, con unos comentarios que de entrada son detallados, después son más sobrios y luego breves : entre otras cosas, le comunicaremos nuestra reflexión a propósito de la implicación de su libertad en sus actos y, por tanto, de su responsabilidad.

Otra sanción fundamental es el resarcimiento. En lo que respecta al joven inmaduro, será preciso que recordemos sus pobres capacidades y su débil nivel de tolerancia. El resarcimiento impuesto será, pues, proporcionado a su fuerza interior y un adulto vigilante lo apoyará de cerca en su ejecución echándole eventualmente una mano para realizar con él el trabajo impuesto.

Al principio, la dimensión de buena voluntad presente en el joven hace que éste tenga ganas de reparar de manera espontánea, desde su interior, o que sea sensible a nuestras invitaciones a la reparación : ¡es una motivación que hay que explotar!

Asimismo, el joven puede ser muy sensible a nuestras palabras de aliento o a las recompensas que atribuyamos a los esfuerzos ulteriores de socialización; en cambio, el castigo desencadena muy pronto un sentimiento de persecución. Sólo debería emplearse el castigo en presencia de actos muy graves, ya que en este caso el propio joven no comprendería que no se recurriese a esta medida. El adulto que lo impone sale ganando si sigue siendo dueño de sus emociones en el momento de aplicar el castigo : más que nunca, el castigo debe limitarse a una privación material, cuyo sentido debe explicársele bien, y el adulto debe apoyar su realización. Nunca puede tratarse de humillar al joven, de infundirle miedo ni de clamar urbi et orbi la desesperación que provoca ...



La sanción de las pseudo-transgresiones 



Nos limitaremos a aquellas que son efecto de impulsos irresistibles. 

También con respecto a éstas hay que decidir juiciosamente la línea divisoria entre la abstención de una intervención activa, la tolerancia y resignación, por un lado, y la sanción activa por otro.

Si se opta por la sanción activa, la pseudo- transgresión debe primero ser nombrada y reconocida como tal en su estatuto.

No obstante, ya hemos discutido el hecho de que el joven podría tomar ulteriormente la decisión de controlar su impulsividad si es bien informado y se lo anima a que lo haga ( véase p. 41 ). Nos corresponde, pues, proceder a ello.

Si el joven no quiere tener en cuenta la invitación para que mejore, la repetición de actos destructores que dependen de la misma dinámica puede, sólo por este motivo, asimilarse a las transgresiones. Lo mismo sucede cuando está a su aicance prevenir situaciones de riesgo ( por ejemplo, el alcoholismo ), cuando se le llama la atención sobre ese punto y él no lo tiene en cuenta.

En el caso de una pseudo-transgresión grave es mejor si va seguida de invitaciones al resarcimiento. ¡En este caso, se trata de invitar y no de imponer! (11). Si el joven se adhiere a la idea o la piensa por sí mismo, sus compensaciones deberían ser proporcionadas a sus fuerzas y se le debería acompañar, como en la categoría precedente.

La valoración y la recompensa de esfuerzos ulteriores de mejor control de sí mismo ayudan al joven a amplificarlos; en cambio, el castigo de un acto involuntario constituye una injusticia y tiene efectos negativos sobre la maduración de la personalidad.



La actitud de solicitud hacia la persona del joven 



Una educación y relaciones cotidianas de calidad

 

Los adultos estarán atentos en particular a los puntos siguientes :

   La claridad y la estabilidad con las que está organizada la vida cotidiana : espacios, tiempos, ritos, reglas.

   La abundancia y la autenticidad de las palabras con propósitos informativos que se intercambian con el joven. Por ejemplo, se lo puede sensibilizar para la psicología del otro, y en especial para la de sus amigos ( y sus necesidades ) o la de sus víctimas. Pueden cuestionarse algunas falsas creencias ( acerca de las intenciones persecutorias del otro ) y mostrar los callejones sin salida a los que conducen, etc. En los casos en los que la carencia informativa ha sido precoz y profunda, se trata de volver a explicarle el mundo y la vida, incluido él mismo ...

   Una mezcla de tolerancia en lo accesorio y de firmeza en lo esencial, ya mencionada a propósito de las sanciones :

   - se debería poder cerrar los ojos, sin complicidad ni dimisión interiores, sobre algunos de sus desbordamientos y manifestaciones de desorganización, al menos en relación con los menos graves.

   - los ritos y reglas de vida que se le imponen no deberían afectar más que lo esencial, es decir, lo que puede evitar la destrucción gratuita de los otros - cuerpos y bienes - y, eventualmente, lo que puede mejorar unas dimensiones indispensables de la calidad de su vida.

   De manera difusa, tanto si el adulto ha decidido intervenir como si no, el joven inmaduro debería encontrar en él una gran fuerza tranquila, capaz de aguantar en lo que es esencial ( véase p. 187 y ss. ).

   Asimismo, el joven puede sacar provecho de una fuerte presencia amical a su lado, que apoye sus esfuerzos y que incluso participe en ellos; este joven tiene necesidad de alientos repetidos y de esperanza expresada en relación con su futuro; ¡tiene necesidad de que se le reconozca y que se valore lo que ya hace bien! Esta valoración puede incluso ser menos sobria que con otras categorías de jóvenes ... Cuando rompe un vínculo bajo el efecto de una frustración y un momento de cólera, es mejor si, sin mendigar, se hace el primer paso para volver a acercarse a él y decirle que todavía se lo valora.

   Para que el joven inmaduro adquiera el hábito de pensar antes de actuar y de invertir su energía en actividades más sociables, el adulto puede proponerle un conjunto de actividades recreativas y/o sociales que sean :

   - vividas como atractivas, placenteras, fácilmente accesibles, que conduzcan a un resultado agradabie y/o útil ( por ejemplo, ganar pronto dinero para pagarse aquello que quiere tener );

   - primero de corta duración, que requieran pocos esfuerzos para llegar a su fin; si lo consigue, se puede aumentar de forma progresiva la duración, los esfuerzos y la planificación necesarias para llegar a un resultado, siempre concreto, agradable y/o útil.



Los encuentros para dialoga y mejorar la personalidad y/o el comportamiento 

 


Los profesionales deben organizar entrevistas muy bien estructuradas, de carácter individual o en pequeños grupos.

De vez en cuando, algun joven formula además una demanda auténtica de psicoterapia debido a una incomodidad interior que él siente y a un cierto cuestionamiento de sí mismo. Ciertamente hay que darle cabida, pero no hay que mecerse en la ilusión sobre la persistencia de la motivación del joven a causa de todas las características psicológicas señaladas a su respecto : lo más probable, pues, es que haya un programa de entrevistas que hay que mantener en lo que es esencial y al que se añadan unas secuencias bastante breves de psicoterapia.

Al principio, los jóvenes inmaduros son poco capaces de realizar una introspección y están poco ávidos de hacerlo : sin embargo, su débil interés por el intercambio de pensamientos puede constituir una trampa si se termina en no hablarles más de ello. Lo mínimo es, pues, que los terapeutas los consideren como unos jóvenes que tienen « algo que decir »: sobre ellos, sobre su proyecto, sobre los otros; y que crean que recoger este testimonio es algo importante.

Más allá, y de manera más concreta, los terapeutas velarán para que la presentación de las entrevistas ( y de las psicoterapias ) sea atractiva y esté centrada en objetivos concretos y útiles a los ojos del joven. Por ejemplo, organizarán entrevistas asistidas por técnicas divertidas ( juegos de rol, películas ...) e intentarán mejorar las habilidades sociales ante situaciones relacionales frustrantes o difíciles, o frente a tareas que aparecen como pesadas. También se puede ayudar al joven a identificar bien sus sentimientos penosos y las reacciones inmediatas más habituales que comportan; después, se puede intentar con él encontrar otras reacciones posibles, que lo satisfagan también, pero que se conviertan en socialmente más aceptables.



La movilización del equipamiento social

 

Cuando cometen transgresiones, los jóvenes inmaduros se sitúan en lo que M. Fréchette y M. Leblanc denominan la zona marginal de la delincuencia ( en : Tremblay, 1985, p. 191 ) : se quedan al margen de una sociedad de la que comienzan a sentirse excluidos y de la que desconfían; no están muy lejos de inclinarse hacia esquemas de conductas más asociales (« criminales » dicen los citados autores ), pero durante algún tiempo todavía son accesibles a la acción de quienes se molestan en implicarse con paciencia y firmeza.

Así pues, de entrada se los puede orientar a programas ambulatorios (12) que tienen dimensiones sociales, psicológicas y educativas : asistencia social en su entorno, guía de los padres; terapia familiar, continuada si la experiencia muestra que el ambiente puede resultar positivo; actividades y/o terapias cognitivas destinadas a acrecentar sus aptitudes cognitivas y sociales.

Asimismo, se cuidará de encontrarles una escuela adaptada a sus débiles capacidades momentáneas de adaptación social y de esfuerzo intelectual : una escuela con pequeñas unidades, con métodos concretos, que sea tolerante sin ser no directiva. La escuela toma a su cargo buena parte de la remediación cognitiva, si bien hay otros medios que pueden contribuir a ello con eficacia ( escuelas de repaso, actividades de barrio; actividades de prevención de los centros de salud mental, etc.).

Si a pesar de los intentos terapéuticos el entorno de vida sigue siendo inevitablemente carencial ( en relación con la estabilidad, con los estímulos para pensar ...) o se vuelve más intolerante ante las travesuras del joven inmaduro, se puede proponer una estancia en un internado e intentar que esto se produzca amistosamente : según la gravedad de las perturbaciones que proceden del joven, incluso podrían ser internados que se denominan « para casos sociales », u otros con fines más terapéuticos.

Cuando el joven participa en un programa ambulatorio o residenciai abierto decidido de manera amistosa, uno de los principales problemas del joven inmaduro es su intolerancia a la frustración, su inestabilidad y su nomadismo. Aceptar esto no constituye ipso facto un fracaso : el fracaso consiste a veces en pensar, de manera demasiado estricta, que un joven debe permanecer en el mismo lugar en virtud de una proyección adulta de la normalidad.

Por tanto, podemos imaginar que una institución que haga importantes esfuerzos para implicarse y vigilar a un joven se encuentre con que, a pesar de esto, el joven quiera abandonarla por decisión unilateral, impulsado tal vez por la excitación y la curiosidad de ir a ver a otra parte ... o porque se le ha hecho insoportable y tiene necesidad de respirar. A veces resulta inevitable que pase por una serie interminable de lugares en los que vive : lo que nos queda entonces es presentarlo a todo el mundo de la manera más positiva posible, en vez de hacerlo de una manera negativa. Por otro lado, en este contexto no es imposible que un día regrese a un lugar del que se fue dando un portazo con sensación de fracaso. Lo esencial es que exista una « función de permanencia » 

En vez de ( continuar con ) gestionar la inestabilidad del joven en el marco de programas decididos de manera amistosa, a veces se piensa que es mejor crear un marco de ayuda impuesta. Esto está sobre todo indicado si el joven continúa cometiendo actos preocupantes (13) y se escapa de manera significativa del programa amistoso : podemos dirigirnos entonces al tribunai de menores para que ordene la ayuda impuesta. Sin embargo, hay que hacer un par de consideraciones al respecto :

   Conforme a nuestra posición, reservamos el recurso al tribunal por parte de los profesionales (14) a las situaciones en las que el joven escapa en gran medida a una ayuda que éstos consideran como necesaria o importante : pensamos que no es preciso recurrir a él a la ligera, y que este tribunal no debería aceptar desempeñar con excesiva rapidez el papel del « coco », exigido por ciertos padres o instancias sociales irritadas y agotadas.

Esta recomendación sólo es una opiniân : aún en nuestros días, los tribunales de menores aceptan a veces con demasiada facilidad gestionar el comportamiento difícil de muchachas jóvenes, es decir, sus « transgresiones estatutarias », fuera de cualquier delito grave. ¿No sería mejor dejar que las instancias educativas, psicológicas y sociales se debatieran con la tumultuosa afirmación de sí mismo y con el nomadismo, cosas corrientes entre los adolescentes?

   Finalmente, cuando delitos bastante graves impulsan al tribunai a abrir un expediente y a establecer un programa de ayuda impuesta, las incertidumbres del seguimiento de este programa tampoco deberían conducir a una escalada progresiva que termine en el internamiento.

No obstante, no hemos excluido que, fuera de todo contexto de escalada, un momento de internamiento pueda revelarse como constructivo para los jóvenes que son más inestables, que de otro modo escapan a todo programa ( véase p. 148 ).

Observación : como ya hemos indicado, describiremos en detalle las variantes clinicas en el capitulo dedicado al componente de la variante más lejana en el orden sucesivo de los capitulos.

 

NOTAS



(1). Para simplificar, no retomaremos cada vez la descripción de los tres términos « funcionamiento », « actualmente » y « en interacción con sus sistemas de vida » que, sin embargo, son esenciales y forman parte integrante de la definición de conjunto 
(2). Por « actitudes » ente0000000000000000000000ndemos los comportamientos, maneras de ser y discursos de estos adultos. Algunas de ellas tienen propósitos educativos y otras no; todas ellas pueden dirigirse directamente al joven o no.
(3). En esce caso, se produce en primer lugar por una falta de maduración cerebral; en lo sucesivo, la angustia y la depresión experimentadas por estos jóvenes no arreglan para nada las cosas : lo inverso no es cierto : no es inevitable que todos los niños hipercinéticos tengan el funcionamiento inmaduro descrito aquí.
(4). Recordemos que, en nuestro texto, un « sentimiento » es un conjunto coherente de representaciones mentales ( ideas, preguntas, imágenes ) como mínimo conscientes, « coloreadas » por uno u otro afecto tipo y relativas a un tema existencial más o menos bien definido.
(5). Observemos sin embargo que algunos jóvenes presentan la doble dimensión de la inmadurez del AD/HD.
(6). Esta capacidad de regateo de seducción, de presión verbal con un contenido pobre y repetitivo se acrecienta con la edad; en su forma más elaborada, no está al alcance de todos los jóvenes inmaduros : ya hemos dicho y volveremos a decir aún que la función lenguaje es deficitaria entre muchos de estos jóvenes.
(7). Sin embargo, el chantaje sutilmente organizado es más bien propio a los jóvenes en fase de delincuencia esencial.
(8). E incluso cuando se hace mayor, hay alguna figura de auroridad que todavía es susceptible de atemorizarlo puerilmente y de provocar cuidadosas evitaciones.


(9). La fuga que definiremos de manera abstracta como una salida no autorizada del lugar de vida habitual que dura al menos veinticuatro boras. Es una transgresión estatutaria que se puede encontrar entre jóvenes de todas las categorías. Lo mismo sucede con los jóvenes llamados « normales » ( recordemos que, según el Evangelio, a la edad de 12 años Jesucristo se fugó durante tres días, lo que legitimó ante sus padres con una explicación « noble ». Así lo hacen también los delincuentes para calmar la irritación de otros, aunque en su caso la explicación que dan es falsa ).
Algurias características clínicas y algunos significados de las fugas varían según las categorías de personalidad implicadas.

Características clinicas. Por ejemplo : edad en que la fuga tiene lugar; comportamiento solitario o en pequeño grupo; fenómeno aislado o repetitivo; duración; grado de preparación; destino; comportamientos planteados durante la fuga, etc.

Significado. Muy esquemáticamente, algunas fugas significan sobre todo « una huida fuera de », otras « una búsqueda de otra cosa »; hay otras más que combinan los dos significados.

   - ¿Fuga fuera de ...? Lejos de fenómenos externos ( por ejemplo, adultos demasiado rigidos, fríos e indiferentes, atemorizantes etc.) o intento de evasión de un sufrimiento interno ( vacío existencial; carencia afectiva, etc.).

   - ¿Búsqueda de? Padres perdidos e idealizados; libertad; felicidad ( por ejemplo por medio de vínculos con pares ); aventuras excitantes; dinero y bienes de consumo, etc.

(10). En francés mater ( dominar, sojuzgar, amaestrar ). En el argot accual de los jóvenes, mater significa « mirar ». Teniendo en cuenta el significado español de « matar », podemos preguntarnos qué sentimiento provocador de los jóvenes se encuentra en el origen de este deslizamiento de sentido ( ¡alguien que queréis matar ... lo tenéis que mirar! ). [ Se puede pensar también en « jaque mate », usado en ajedrez; la palabra « mate » viene del árabe mât, « muerto ». N. del E. ]
(11). En este caso, puede decirse que la invitación a la compensación constituye una de las formas posibles de la invitación a la reparación de sí mismo que se le hace al joven. Por otro lado, puede que éste también quiera, de manera espontánea, incluir una indemnización material significativa dentro de sus actos de reparación.
(12). Al menos si no han cometido una transgresión gravísima que hace inevitable su internamiento en una institución, incluso en una insticución cerrada.
(13). Por actos preocupantes entendemos aquí actos que cada vez se vuelven más peligrosos actos que terminan por minar gravemente la alegría de vivir del entorno y/o de otros que deterioran cada vez más el funcionamiento de la personalidad del joven.
14). También hay todos los casos en los que el tribunal es requerido por la policía o el personal judicial después de recibir quejas por las infracciones cometidas.

Palabres -clave: ; joven inmaduro inmadurez e impulsividad
inmadurez y transgresiones
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