En cliquant sur "J'ai compris!", vous acceptez les cookies nécessaires au bon fonctionnement de ce site web.

traduccion de la Pra Ana Teresa Van der Horst, que agradezco muchissimo....

Que diferencia el terapeuta de los educadores ?

 

 ¿A qué llamamos Leyes y reglas (o normas)? (2)   

*  Por Leyes ( abreviación de [grandes] leyes humanas, leyes universales, leyes naturales ), entendemos los enunciados fundadores del derecho que tiene toda persona a una existencia humana digna. 

Y Périssé ( en : Albernhe, 1997, pp. 86-87 ) recuerda que « No es la ley de los legisladores, sino la que se expresa en los relatos de los mitos, la que se inscribe en las tragedias (...) Estar sujeto a la ley signifia aceptar que la propia vida psíquica esté vinculada al respeto de la vida de los otros (...) Es imposible ser un ser vivo quitando la vida a otro ser vivo cuyo cuerpo es el lugar del otro ...»       
M. Van de Kerchove ( en vv.aa., Le rapport à la loi à l'adolescence, 1988, p. 110 ) menciona asimismo la trascendencia de la ley : inaccesible por otra parte, fuera del alcance tanto de los gobernantes como de los gobernados, no se funda sobre la voluntad del pueblo sino sobre una voluntad más general, la encarnación misma de la razón : Rousseau decía que se necesitaban dioses para dar leyes a los hombres. Por consiguiente, las Leyes deberían caracterizarse por su permanencia, su rareza y su aspecto general ( establecen unos principios fecundos )          

En su forma más estricta, las Leyes prohíben el asesinato y el incesto. No obstante, se les atribuye un mayor alance del que sugiere su formulación literal : más allá del incesto físico, prohíben también la presión tiránica sobre el otro, presión que hace que le resulte embarazoso o imposible definirse, desear y vivir según su propio proyecto. Más allá del asesinato en sentido estricto, las Leyes incluyen la prohibición de dañar de forma gratuita el cuerpo y/o la persona del otro, y de arrebatarle sus bienes legítimos. Por otro lado, este respeto a la vida se extiende probablemente a todos los seres vivos, ya que no los debemos agredir de manera gratuita.   

Ciertos autores, entre los que me incluyo, somos aún más radicales y pensamos que las Leyes tienen una vertiente complementaria de obligación positiva, en nombre de la cual estamos obligados a « hacer algo » para mejorar las posibilidades de existencia de los otros, sus oportunidades de tener proyectos y disfrutar de la vida con dignidad.     

*  Por reglas entendemos aquellas construcciones humanas que proceden de grupos organizados ( naciones, instituciones, familias, etc. ) que imponen prohibiciones y obligaciones según determinadas normas. Incluimos en el rango de las reglas :  

  - las leyes que rigen la vida de los Estados ( leyes de la convivencia cludadana; leyes jurídicas positivas ) y que, por ejemplo, en los países de habla francesa, se inscriben obligatoriamente en textos oficiales ( los códigos ), donde se precisa su contenido, es decir, las apliaciones y procedimientos que son las reglas del derecho;   

  - las prescripciones culturales;        

  - todas las otras reglas más o menos formalizadas que organizan la vida de los grupos y la mantienen en el marco de lo permitido y lo prohibido; las reglas son coextensivas del terreno al que pertenecen y pretenden, en último término, instaurar una « normalidad social », es decir, definen un tipo medio de individuo en tanto miembro del grupo, de conducta, de objeto, etc         

Discusión : la relación entre las reglas y las Leyes   

Más allá de las declaraciones oficiales por las que se rigen los grupos que se dicen humanistas o democráticos, las reglas sólo se inspiran parcialmente en las Leyes, tratando de adaptarlas a circunstancias particulares. Hay otros objetivos que presiden su concepción según la dinámica habitual de los grupos. A menudo están muy influenciadas, y casi son impuestas, por quienes detentan el poder; en este caso, de forma aproximativa y en un orden decreciente, garantizan :   

  - los « intereses » de esta clase dominante ( intereses = bienestar + mantenimiento del poder ), sin perjudicar demasiado a los otros miembros del grupo;       

  - cierta homeostasis, es decir, la conservación de lo que existe ( ritos, aspiraciones de vida ) y cierta circunspección ante ideas nuevas, sobre todo si están vehiculadas por nuevos miembros del grupo ( inmigrados, jóvenes de la generación siguiente ...); 

  - únicamente los intereses del grupo dominante, tiranizando los de todos los demás;        

  - el interés igual de todos los miembros del grupo a través de un juego de negociaciones y compromisos colectivos ( auténtica democracia, que es muy rara, admitámoslo );        

  - cierta actitud solícita hacia los que no son miembros, es decir, hacia todos los seres vivos.      

Por tanto, en adelante, en el texto llamaremos :       

*  Reglas principales a aquellas que concretan las Leyes y las aplican a circunstancias particulares. Pretender que una regla es principal es una aproximación : ninguna regla elaborada por un grupo humano concreto tiene la garantía absoluta de traducir de manera exacta una Ley.    

Probablemente sólo algunos textos, madurados a lo largo de mucho tiempo y que han sido adoptados por toda la humanidad, se encuentran probablemente lo más cerca posible de las Leyes : es el caso de la Declaración universal de los derechos del hombre y de la Convención internacional de los derechos del niño. Probablemente sea también el caso de la parte común de las prescripciones que afectan a la vida social y que se encuentran en todos los textos sagrados de las grandes religiones. Lo mismo sucede con la parte común de los códigos penales de todos los países, que recoge la dimensión de interdicción de estas Leyes. 

*  Reglas secundarias o menores son aquellas que ni concretan ni contradicen las grandes Leyes : constituyen algo así como los hábitos de organizacián cuyo sentido a veces se ha perdido con el paso del tiempo, los indicadores del poder detentado por los subgrupos dominantes, etc. No puede decirse que sean abusivas, es decir, que no sean respetuosas con la vida del prójimo, pero imponen una concepción precisa de lo que debe ser este respeto y de lo que debe ser la organización del grupo.      

Citemos, a modo de ejemplo, los códigos de buena educación y buenas maneras, numerosos componentes de los reglamentos de vida que los mayores imponen a los menores ( reglamentos escolares ; organización de la vida familiar, etc. ) e incluso muchas prescripciones culturales ( por ejemplo, las reglas que indican las formas « normales » según las cuales hay que practicar la sexualidad no siempre tienen como intención principal garantizar el respeto del otro inmediato en la pareja, ni el de los testigos ni el de la especie humana )     

Por desgracia, como subraya también M. van de Kerchove ( p. 118, íbíd., 1988 ), desde hace al menos dos siglos nuestras sociedades recurren cada vez menos al espíritu de las Leyes y pasan cada vez más del sistema legalista al normativo- tecnocrático. Citando a P. Burdeau, Van de Kerchove constata : « La ley ( la Ley ) está contaminada por las normas que consagra y pierde su espesor normativo para convertirse en el mero ropaje de unas normas definidas fuera de su campo »   

*  Reglas negativas ( o malas, abusivas ) son aquellas que no respetan las Leyes humanas. Es fácil encontrar aplicaciones groseras de las mismas en los países no democráticos, pero ¿acaso no constituyen una realidad universal? Por ejemplo, la muy tibia acogida de los inmigrantes pobres, codificada en reglas por las sociedades occidentales, ¿no es acaso un ejemplo llamativo? Lo mismo sucede con esos reglamentos sutiles que mantienen el mercado de trabajo confiscado para la generación de 30-50 años y que marginan de facto a los jóvenes y los adultos mayores.    

Siendo esto así, en el tiempo y el espacio de los grupos hay además fluctuaciones a propósito de : 

  - la naturaleza y los límites de las reglas : por ejemplo, autorización o prohibición de consumir alcohol o hachís en determinadas condiciones; edad de la mayoría sexual, etc.; 

  - la fuerza de las reglas, es decir, el vigor con el que se sanciona su respeto o no respeto : en siglos pasados, se llegó a ahorcar a jóvenes adolescentes por el robo de un tenedor. En la actualidad, algunos robos no violentos están oficialmente prohibidos pero, de facto, se consideran banales, cuando no son discretamente alentados : quienes los realizan son considerados como los traviesos, los valientes  : ¡de ellos depende que no se los pille!     

En los grupos que están muy organizados, estas fluctuaciones se desarrollan sin embargo de forma lenta, al ritmo de la modificación de las ideas sociales y de las culturas, de manera que todo el mundo tiene tiempo de informarse e impregnarse de estos cambios. No se trata, pues, de confundirlas con la vaguedad o con la indecisión, ni de refugiarse en ellas para legitimar una transgresión puntual.     

Cada uno de nosotros es miembro de varios grupos,  y es muy común que existan contradicciones entre las reglas. Por tanto, no es posible no contravenir una o bien la regla contraria. De manera prudente, a menudo optamos por seguir las reglas del grupo que está más materialmente presente en cada momento dado. Sólo dedicamos nuestra energía a obedecer a cualquier precio las reglas de los ausentes si el riesgo que corremos como consecuencia de no haberlas respetado se evalúa como más desagradable.         

Cuando fundamentalmente es la prudencia lo que nos impulsa a adaptarnos de este modo, los actos de no conformidad que resultan de ello son pseudo-transgresiones ( véase p. 37 ) De manera inversa, algunos jóvenes se sirven de la existencia de estas contradicciones para legitimar el hecho de obrar a su conveniencia. Hay otros que desean desafiar a su grupo del momento y que pueden refugiarse tras las consignas de los ausentes para burlarse de los presentes sin atraerse demasiados problemas : « El instructor quiere que ...» : entonces se está mucho más cerca de las transgresiones probadas, legitimadas en este caso por una argumentación delincuente ( véase p. 364 )

 

 Las funciones respetivas del psicoterapeuta y del educador.

 

(A propsito de una illustracion especifica : la sexualidad del niñoo del adolescentes

 

Para acompañar al niño en un crecimiento suficientemente bueno de su sexualidad, las funciones respectivas de los psicoterapeutas y de los educadores (padres, maestros, etc.) son en parte idénticas y en parte diferentes.

Lo que es idéntico en ambos : 

 

-         Comencemos, en nuestro rol de educadores, por hacernos una introspección: comprender cómo las experiencias sexuales y los mensajes recibidos a lo largo de nuestra historia de vida pueden influenciar nuestras actitudes en la actualidad.  Es importante dar muestras de espíritu crítico ante los mensajes de la ciencia y de la cultura contemporáneas sobre la sexualidad de los niños ; también reflexionar sobre lo que significa la sexualidad para nosotros, sobre los valores y anti-valores que ella vehicula; hacer emerger de todo eso unas ideas claras y personales

-         Escuchar al niño ; manifestar interés por sus ideas y preocupaciones sexuales obvias o disimuladas ; ayudarlo a desplegar sus ideas y a tener un proyecto en el campo de la sexualidad.

-         Mejorar las informaciones de que dispone el niño y compartir ideas personales con él: aquí, quien tiene el rol de educador se otorga a menudo el derecho de ser más insistente, de desear hacer llegar al niño su propia visión del mundo, sus expectativas y los valores que son importantes para él, esperando que el niño los retome para sí mismo.  Pero hay que saber detenerse a tiempo, o sea informar sin ejercer violencia.  El terapeuta, por su parte, es habitualmente más discreto: en lo que respecta a enriquecer las informaciones que tiene el niño.  Él se esfuerza a menudo, primero para que eso se realice a partir de la curiosidad, de la creatividad y de la inteligencia del pequeño.  En cuanto a compartir su visión del mundo o sus valores, es de puntillas que el terapeuta procede a veces, para mostrar al niño su compromiso personal por medio del acto de hablar refiriéndose a su propia subjetividad, ¡pero proponiendo sin imponer!

-         Proteger al niño : El educador y el terapeuta desean hacerlo de manera enérgica cuando están confrontados a un peligro grave (por ejemplo, un abuso sexual).  Más allá de eso, de nuevo aquí vemos que la posición del educador es más activa e intensa que la del terapeuta: éste acepta más que el niño se confronte a las consecuencias desagradables menores, frutos de sus propias elecciones, y a las numerosas espinas que surgen en la vida.

-         Velar porque el niño respete las Leyes naturales a las que todo el mundo está sometido: prohibición de la destrucción del otro y de sus bienes materiales; prohibición de la toma de posesión incestuosa del alma del otro ; mantenimiento de la sexualidad dentro de un marco monogeneracional (interacción entre personas de igual generación). Por mi parte, yo añado la prohibición de la destrucción importante de sí mismo (por ejemplo vía una degradación física o moral significativa, que es característica de las adicciones graves y perversiones) Por eso es necesario indicar al niño que él no puede hacer sufrir a los otros en el campo de la sexualidad (violencia física, imponerse de manera verbal, engaños crueles, etc.).  ¡Pero no es raro que sea necesario verdaderamente el educarlo!  Algunos niños, sobre todo los dominantes, los hedonistas o los pocos socializados, no siempre se dan cuenta espontáneamente de la verdadera gravedad de la violencia sexual: sin sensibilización educativa, no lo ven como que sea más grave que un insulto o un puñetazo.  Algunos niños de más edad no se dan cuenta tampoco que ellos deben dejar tranquilos los niños mucho más jóvenes y sobre todo, los menores de cinco-seis años por parte de los mayores de siete-ocho años : esos pequeñitos viven en un mundo donde la verdadera actividad sexual compartida no tiene cabida.  Sin embargo, esos pequeñitos son muy sugestionables y pueden entonces ser llevados a hacer cosas que ellos no quieren verdaderamente, y luego verse muy perturbados. Entonces, hay que dejarlos estar entre ellos, ocupados a lo sumo a hacer algunas comparaciones sobre la diferencia entre los sexos y, para los más audaces, una u otra exploración de los orificios naturales. Los medios de promover el respeto de las Leyes naturales son variados y no implican ipso facto que el terapeuta salga del compromiso de confidencialidad que ha tomado con su cliente.

Lo que es específico de los educadores.

 

Éstos son directamente responsables de velar por una socialización del niño que les parece satisfactoria: lo esencial es el respeto de las Leyes naturales que acabo de indicar.  Pero además de éstas, las sociedades, las culturas, las escuelas y las familias crean cantidad de reglas menores que no tienen nada que ver con las Leyes naturales.  A menudo propias  de esas entidades, a veces compartidas por otras, a menudo estables pero no inalterables, ellas definen los códigos de conducta congruentes con las aspiraciones de los grupos que las promulgan.

En gran medida, los educadores son los guardianes de esas reglas menores, también preservadores de aquellas que son instauradas directamente, y a veces más críticos con respecto a aquellas reglas que ellos heredaron.  Según los casos, las reglas son presentadas como rígidas e intratables, o abiertas a las eventuales protestaciones y sugerencias que emanan de los niños.  Pero los educadores son los guardianes y consideran que respetarlas suficientemente bien hace parte de la socialización.

Por ejemplo, la escuela anuncia “No se permiten actividades sexuales compartidas dentro de nuestros muros”  En sí, si los partenarios (compañeros), menores de edad parecida que infringen esa regla son consintientes, eso no tiene nada que ver con las Leyes naturales… pero es el reglamento local: si los educadores son coherentes, ellos deben velar por el respeto de aquello que prohibieron, con explicaciones y las sanciones que correspondan. Pero si ellos sancionan, no deberían decir “Ustedes hicieron algo malo” (lo que se utilizaría si hay trasgresión de Leyes naturales), sino más bien : “Ustedes hicieron algo imprudente al desafiar nuestras reglas”

Lamentablemente, voluntariamente o no, los educadores siembran regularmente confusión en las ideas, al igual que culpabilidad indebidas en esos casos, confundiendo “la mala acción” y la acción que simplemente es “trasgresora-desafiante” para la regla menor.

 Lo que es específico del terapeuta. 

 

Desde mi punto de vista, el terapeuta se encuentra en una posición radicalmente diferente con respecto a las reglas menores de las instituciones en las que participa (por ejemplo, el juego sexual en la escuela) : él no tiene la responsabilidad directa de hacerlas respetar.  Él tampoco está invitado a reírse de ellas, como lo haría un adolescente negativista-desafiante.  Su misión es llevar al niño a reflexionar sobre la actitud que él escoge tener ante las reglas y a adoptar comportamientos elegidos de manera personal, anticipando bien las consecuencias de su elección.

Por ejemplo, el niño comoquiera realizó un juego sexual en la escuela y lo atraparon.  Al terapeuta le corresponde preguntar: ¿Qué pasó exactamente? ¿Cómo habría que entenderlo? ¿Por qué haber trasgredido la regla? ¿Puede uno crecer sin trasgredir ? ¿Cómo reaccionan los guardianes de las reglas cuando ellos constatan la trasgresión?... Y todas las otras preguntas e ideas anteriormente indicadas sobre la naturaleza y el sentido de la sexualidad infantil.  Y para finalizar: ¿Qué cree el niño que haría en una próxima ocasión? 

A pensar y a expresarme de esta manera, yo espero ayudar al niño a establecer una diferencia entre lo que está bien o mal, por una parte, y por la otra determinar aquello que es imprudente, temerario y desafiante, o prudente y conforme a las expectativas del grupo.  En lo que respecta a su actitud frente a las reglas menores, a él le toca escoger dónde se va a posicionar en el futuro, reflexionando bien, sin moralización ni presión que emanen de mi perso

 

Extracto de un articulo  La sexualidad actuada por los niños y los adolescentes

La sexualidad actuada por los niños y los adolescentes

la sexualidad actuada por los niños y los adolescentes”

 

 La reglamentación de la sexualidad de los menores

 En todas las edades de la vida, algunas prácticas sexuales pueden contravenirlas Leyes naturales. Son violentas ante el otro, lo destruyen o quieren tomar posesión de todo su ser, como es el caso en el incesto. A veces, es la persona que practica la que se destruye a sí misma, como en algunas perversiones degradantes. Estas prácticas son completamente inaceptables y deben ser prohibidas.

 Más a menudo, sin embargo, mediante sus prácticas sexuales, el niño no hace más que incumplir las normas de vida y la cultura de su grupo. Estas normas se hacen para velar por la armonía del momento e indican las formalizaciones de la sexualidad aceptables a los ojos del grupo en cuestión. En particular, existen casi siempre formalizaciones en torno a la edad a la cual algunas prácticas se vuelven admitidas.

El niño que desobedece con suficiente intencionalidad comete una transgresión menor. No se debería acusarle de haber “ mal hecho ”, sino más bien debe admitirse que es “ difícil, desobediente, imprudente, desafiador ”  Cuando el adulto se dedica a hacer respetar estas normas, vela porque el niño permanezca en el orden y, si éste los infringe, le llama al orden.  

Existe sin embargo un grupo de normas menores que aparecen como responsables de sensatez a los ojos de la mayoría de los adultos. Les parecen garantizar aspectos  importantes para el estatus de los unos y de los otros. Son normas (menores) potentes. El término me parece justificado, incluso si puede parecer paradójico que una norma aún menor sea ya potente : el niño que lo infringe sigue siendo un niño que desafía, no malo, ya que él no va siempre contra una Ley natural, pero debería encontrar una fuerte determinación para recordar el centro del orden.

Así tenemos, a mi parecer, las normas principales en Bélgica o Francia en 2006 :

-          Ninguna actividad sexual completa ( con penetración ) antes de acabar la pubertad. Lo mismo para las actividades que surgen pero sin tener la intención erótica (“ puestas en boca … o atrás ” exploratorias )

-          No hay actividades sexuales entre un joven púber y un niño totalmente impúber.

-          No hay actividades sexuales si la diferencia  de edad es demasiado importante.

-          No más actividades sexuales compartidas en el grupo fraterno a partir de la pre-adolescencia (once años )

-          No hay actividades sexuales francamente raras (actividad con un animal, actos travestis, etc.)